El saxofón se considera un instrumento transpositor debido a que su notación escrita no coincide con el sonido real que produce.
En otras palabras, cuando un Saxofonista toca una determinada nota escrita en la partitura, el sonido que se escucha no es el mismo que sonaría si otro instrumento (no transpositor) tocara esa misma nota escrita.
Por ejemplo, el saxofón alto está afinado en Mi bemol (Eb), esto significa que cuando el Saxofón alto toca lo que está escrito como un DO (C) en la partitura, el sonido “real” que se produce no es un C, sino un Eb. En este caso, la diferencia entre la nota escrita y el sonido real es una sexta mayor ascendente, lo que hace que el saxofón alto sea un instrumento transpositor en una sexta menor.
Esta transposición puede resultar confusa sobre todo para los músicos que están acostumbrados a instrumentos no transpositores, ya que deben tener en cuenta la diferencia entre lo que está escrito en la partitura y el sonido real que produce el instrumento. A esta “realidad” se le llama “Tono concierto”.
Podrían pensar que es una desventaja sin embargo, esto mismo hace que la ejecución sea mas sencilla y permite que la digitación sea la misma para cualquier Saxofón.
Y una vez que los músicos se acostumbran al sistema transpositor, les permite leer y tocar música en diferentes tonalidades con mayor facilidad.